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jueves, 6 de agosto de 2020

Punto máximo de ebullición


Por Misael Castillo

Los poemas de Fermina Hernández son difíciles de enmarcar, sin embargo en cada uno de ellos se encuentra algo a qué aferrarse, una posibilidad, una luz u oscuridad que traza el camino. Si, para el análisis, partimos desde una perspectiva en la que el lenguaje puede ser deflagrado, nos permitimos la inmersión en la cosmovisión del mundo de la autora. ¿Qué juega en su poesía? ¿El tiempo, la subjetividad? ¿Cómo la subjetivación de los objetos, o lo objetivo, profundizan la lectura hasta cargarla de diversas posibilidades semánticas? Desde luego, la interpretación tiene sus límites, sin embargo, la poesía de la autora hace de esos límites una entidad difusa, pero presente de todos modos.

Respecto de las formas nos encontramos frente a una sintaxis peculiar que acompaña de manera extraordinaria la carga semántica de los poemas. García en el prólogo de Poesía Completa de Aldo Oliva menciona:

“uno de los mayores impactos lo consigue con su sintaxis, tramando la erudición literaria o filosófica con ciertas inmediaciones de lo cotidiano no se detendrá (…) en la vida del poema que sabe que la muerte está al principio, sino del mundo que se oculta para mostrarse luego”

En el primer poema el “yo” poético anuncia una atmósfera: “El sol golpea/ la superficie de la terraza/ abajo hay un cementerio” y continúa: “En la rejilla/ el olor del tiempo fumado”. De este tipo de construcciones subyace la subjetividad objetiva, es decir, elementos de la cotidianidad que se resquebrajan en la atmósfera profunda de la creación artística. ¿Cuánto tiempo ha pasado el cigarro apagado en la rejilla hasta que se hizo olor del tiempo? La evanescencia de lo cotidiano, perdido en una visión del mundo, revela la posibilidad de diversas sensaciones. Por otro lado, en el segundo poema nos enfrentamos a un procedimiento similar, la atmósfera dibujada por la sintaxis tiende a la universalización de lo objetivo desde la impostura semántica. El tiempo se relativiza en tanto el mañana se delega al mañana. Expresa el “yo” poético:          no se     sabe/ qué pasará mañana pero hoy/ el frente quedó limpio.

La negación del conocimiento único también juega un papel preponderante a la hora de pensar la escritura de Hernández: “/Fumar te mata (…)/ vivir también/”. El conocimiento se relativiza en tanto se tensan las relaciones humanas a partir planteos que descolocan la moral: “la viejita grupo de riesgo/ barre la calle justo”.

Los siguientes poemas parecieran ir oscureciéndose a medida que se avanza en la lectura ya que están sumidos en un profundo fluir de la consciencia que desestabiliza las estructuras que se desvanecen para conseguir un fin estético. Una suerte de asociación libre donde todo tiene sentido, pero donde es dificultoso encontrar un sentido único.

Por otro lado, las ilustraciones de Laura Saskor están cargadas de una potencia despojada.  Observamos en ello: acrílicos sobre papel, sobre madera, lápices sobre el papel y micro fibras. Las diversas tonalidades las consigue a partir de la experimentación ya que la propia artista conversando con Brote Roído declara que disfruta de condicionar los tiempos de trabajo. Dice al respecto:

“Me gusta explorar los resultados a los que se puede llegar condicionando el tiempo de trabajo, hago pinturas de 20 minutos, 12, 16 horas... y a veces de 3 meses, cambiando de estilo, o foco de exploración”.

Consideramos que su obra está cargada de una profundidad tan relativa como cierta. Los colores acompañan perfectamente a las formas lo que otorga un relieve sensitivo que descoloca a todo aquel que observe con liviandad. Las líneas descompasan con el tiempo real que atravesamos, algunas de sus ilustraciones rozan el absurdo, en tanto otras, son simplemente un baldazo de realidad perdido en una obra extraordinaria.

Fermina Hernández (Reconquista, Sta Fe 1997) Estudia Letras en la UNL. Asistió a diversos talleres y clínicas literarias desde 2018.


Laura Saskor: Oriunda de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, pero actualmente vivo en Villa Crespo.  Estudió artes y oficios en varias instituciones como el ex Instituto Municipal de artes de Avellaneda,  la Universidad Nacional de La Plata, la escuela Municipal de la Joya,  así como también en talleres y cursos con modelo vivo, ilustración digital y tatuaje. 

 


después de la lluvia

el sol golpea

la superficie de la terraza

abajo hay un cementerio

filtros húmedos

                 barro y cenizas                                                                                      

en la rejilla el olor

del tiempo fumado

                                     Carmela dice                                                                                                                     

                                      fumar te mata

                                                                 vivir    también


Ilustración: Laura Saskor



la viejita grupo de riesgo

barre la calle justo

al lado del cordón

y el escobillón aplastándose

sobre el cemento húmedo

vai                                  vem algunas hojas

                                        se levantan de la masa

amorfa que forma

la tierra después

de la lluvia a los costados

                                 en la candioti

                  y la viejita las junta

no importa el riego

ni el escobillón sí

el cordón limpio

movimiento vem                vai

                                    como si fuera ayer

galpón grande escuela

técnica el regente

del taller dice lugar sucio

                                     persona mugrienta

                     y la viejita barre

          no se     sabe

qué pasará mañana pero hoy

el frente quedó limpio

y el escobillón

abierto a la mitad



Ilustración: Laura Saskor


las rodajas de limón

                      flotan en la taza

                                    la piel de poroso amarillo

                                               cada amarga capa fina

                                                        borde circundante

                                                             de tejido blanquecino    

                                                                        en círculo

                                                              los gajos  pulpa

                                                        de viscosa textura

                                       cómo lágrimas                                                

                                   membranosas

                      y adentro el jugo ácido

 el líquido cítrico


Ilustración: Laura Saskor



los perros

                   ladran

     hacen el ruido

     de una ciudad

                                 callada

                                 el descanso

                  dominical

                                       en loop

                           cocinar  garbanzos

                                y esperar

                                                   hasta el punto

                                      máximo

                                                                 de ebullición



Ilustración: Laura Saskor


por la Rondeau

todavía hay veces que sueño

con velas encendidas con

barras de combustible

y mecha llama amarilla

los bordes en gotas

deforme línea recta

                 desciende

reaccionaria a la base

y las llamas siguen

oscilando y arriba

mano maniobra

prepara receta

en la cuchara el bi

carbón ato con agua

crepita une y separa

moléculas químicas

y la cuchara se mueve

vacila en la mano al ritmo

de la combustión unas

gotas caen encima

el olor en la nariz

después los pulmones

derivado de petróleo

torrente sanguíneo

todavía sueño con el sabor

a manzana caramelizada

con esencia de vainilla

y el sonido al darle

click al fuego

chisporroteante

crack crack crack

por diez minutos

como el derretirse

                           y otra vez

volver al sueño del vuelo

con espasmos musculares

frazadas de cortina

y arcadas para desayunar



Ilustración: Laura Saskor


así

cuando después de dos latas Stella

en promo con la tarjeta del súper

Alveár acá cerca de casa y también

capaz casi entero un porro que pegué

seguro hoy hace un rato con el loco

estilo buena onda casi en esquina

Ituzaingó la puerta y ahí nomás así

casi esquina estoy de la nada

en Córdoba la entrada de casa

no me explico capaz la palabra

casa pegada en algún rincón

con cinta de papel de cigarrillo así

porque si viví en Córdoba capital y sí

a veces como ahora veo en las letras

los sonidos acentuarse

y aparece la esquina de mi casa

sí viví ahí casi dos años no pude

cumplir las cosas quedaron

en el mismo número el ciento

noventa y seis de Rondeau casi

esquina Ituzaingó y no entiendo

no me explico por qué veo

después de dos Stella y un porro

esa esquina casi desierta a la hora

que no se sabe y se sabe

tarde para ser temprano y temprano

para ser tarde las ventanas abiertas

mediados de enero sexto piso me puse

la solerita elasticlavícula con la cinta fina

blanca bien debajo de las tetas que ato

ahí se abre la tela tajo si hay viento

se me ve la panza y no me importa

veo la escuela siempre en diagonal

los semáforos intermitentemente

y no sé por qué vuelve

la primera vez que salí sola

fui hasta esquina Ituzaingó

Wachitas queda ahí capaz la misma

distancia de mi casa a la esquina

                           que ya sé y no sé

por qué vuelve cuando tomo

cerveza y fumo como hice ese día

en el bar casa antigua escaleras de mármol

jarras plásticas las quilmes en promo

los Redondos de fondo pido un tema

y lo ponen tengo la solerita roja

diecinueve años recién cumplidos

y tomo birra sola

no sabía que iba a conocer gente

ese día en el bar casa antigua

ahí nomás de casa cerca de la esquina

Ituzaingó no sabía en ese momento

la importancia de los escalones

de las casas antiguas casi esquina

cómo iba a saber de Pablo

La Pampa de dónde él venía

que el yefri se cocina en cuchara

igual fumé no sabía que Pablo

sabía ofrecer cualquier cosa

siempre algo tenía no supe

esa noche iba a quedar

pegada en un vértice vórtice

tampoco supe la primera noche

santafecina también mediados de enero

sentada escalón casa antigua

que si camino esta otra capital

casi una cuadra hacia el norte

dos años después llego

hasta el bar de casi esquina

Ituzaingó de la que sí se sabe

y no se sabe por qué vuelve