Por Misael Castillo
Los
poemas de Fermina Hernández son difíciles de enmarcar, sin embargo en cada uno
de ellos se encuentra algo a qué aferrarse, una posibilidad, una luz u
oscuridad que traza el camino. Si, para el análisis, partimos desde una
perspectiva en la que el lenguaje puede ser deflagrado, nos permitimos la
inmersión en la cosmovisión del mundo de la autora. ¿Qué juega en su poesía? ¿El
tiempo, la subjetividad? ¿Cómo la subjetivación de los objetos, o lo objetivo,
profundizan la lectura hasta cargarla de diversas posibilidades semánticas?
Desde luego, la interpretación tiene sus límites, sin embargo, la poesía de la
autora hace de esos límites una entidad difusa, pero presente de todos modos.
Respecto
de las formas nos encontramos frente a una sintaxis peculiar que acompaña de
manera extraordinaria la carga semántica de los poemas. García en el prólogo de
Poesía Completa de Aldo Oliva menciona:
“uno
de los mayores impactos lo consigue con su sintaxis, tramando la erudición
literaria o filosófica con ciertas inmediaciones de lo cotidiano no se detendrá
(…) en la vida del poema que sabe que la muerte está al principio, sino del
mundo que se oculta para mostrarse luego”
En el primer poema el “yo” poético anuncia una atmósfera: “El sol golpea/ la superficie de la terraza/ abajo hay un cementerio” y continúa: “En la rejilla/ el olor del tiempo fumado”. De este tipo de construcciones subyace la subjetividad objetiva, es decir, elementos de la cotidianidad que se resquebrajan en la atmósfera profunda de la creación artística. ¿Cuánto tiempo ha pasado el cigarro apagado en la rejilla hasta que se hizo olor del tiempo? La evanescencia de lo cotidiano, perdido en una visión del mundo, revela la posibilidad de diversas sensaciones. Por otro lado, en el segundo poema nos enfrentamos a un procedimiento similar, la atmósfera dibujada por la sintaxis tiende a la universalización de lo objetivo desde la impostura semántica. El tiempo se relativiza en tanto el mañana se delega al mañana. Expresa el “yo” poético: no se sabe/ qué pasará mañana pero hoy/ el frente quedó limpio.
La negación del conocimiento único también juega un papel preponderante a la hora de pensar la escritura de Hernández: “/Fumar te mata (…)/ vivir también/”. El conocimiento se relativiza en tanto se tensan las relaciones humanas a partir planteos que descolocan la moral: “la viejita grupo de riesgo/ barre la calle justo”.
Los siguientes poemas parecieran ir
oscureciéndose a medida que se avanza en la lectura ya que están sumidos en un
profundo fluir de la consciencia que desestabiliza las estructuras que se desvanecen para conseguir un fin estético. Una suerte
de asociación libre donde todo tiene sentido, pero donde es dificultoso
encontrar un sentido único.
Por otro lado, las ilustraciones de Laura Saskor están cargadas de una potencia despojada. Observamos en ello: acrílicos sobre papel,
sobre madera, lápices sobre el papel y micro fibras. Las diversas tonalidades
las consigue a partir de la experimentación ya que la propia artista
conversando con Brote Roído declara que disfruta de condicionar los tiempos de
trabajo. Dice al respecto:
“Me gusta explorar los resultados a
los que se puede llegar condicionando el tiempo de trabajo, hago pinturas de 20
minutos, 12, 16 horas... y a veces de 3 meses, cambiando de estilo, o foco de
exploración”.
Consideramos que su obra está cargada de una profundidad tan relativa como cierta. Los colores acompañan perfectamente a las formas lo que otorga un relieve sensitivo que descoloca a todo aquel que observe con liviandad. Las líneas descompasan con el tiempo real que atravesamos, algunas de sus ilustraciones rozan el absurdo, en tanto otras, son simplemente un baldazo de realidad perdido en una obra extraordinaria.
Fermina Hernández (Reconquista, Sta Fe 1997) Estudia Letras en la UNL. Asistió a diversos talleres y clínicas literarias desde 2018.
Laura Saskor: Oriunda de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, pero actualmente vivo en Villa Crespo. Estudió artes y oficios en varias instituciones como el ex Instituto Municipal de artes de Avellaneda, la Universidad Nacional de La Plata, la escuela Municipal de la Joya, así como también en talleres y cursos con modelo vivo, ilustración digital y tatuaje.
.
después
de la lluvia
el
sol golpea
la
superficie de la terraza
abajo
hay un cementerio
filtros
húmedos
barro y cenizas
en
la rejilla el olor
del
tiempo fumado
Carmela
dice
fumar te
mata
vivir también
Ilustración: Laura Saskor
la
viejita grupo de riesgo
barre
la calle justo
al
lado del cordón
y
el escobillón aplastándose
sobre
el cemento húmedo
vai vem algunas
hojas
se
levantan de la masa
amorfa que forma
la tierra después
de la lluvia a los costados
en la candioti
y la viejita las junta
no
importa el riego
ni
el escobillón sí
el
cordón limpio
movimiento
vem vai
como si
fuera ayer
galpón grande escuela
técnica el regente
del taller dice lugar sucio
persona
mugrienta
y la viejita barre
no se sabe
qué
pasará mañana pero hoy
el
frente quedó limpio
y
el escobillón
abierto a la mitad
Ilustración: Laura Saskor
las
rodajas de limón
flotan en la taza
la piel de
poroso amarillo
cada amarga capa fina
borde circundante
de tejido blanquecino
en
círculo
los gajos pulpa
de viscosa textura
cómo lágrimas
membranosas
y adentro el jugo ácido
el líquido cítrico
Ilustración: Laura Saskor
los
perros
ladran
hacen el ruido
de una ciudad
callada
el descanso
dominical
en loop
cocinar garbanzos
y esperar
hasta el punto
máximo
de ebullición
Ilustración: Laura Saskor
por la Rondeau
todavía
hay veces que sueño
con
velas encendidas con
barras
de combustible
y
mecha llama amarilla
los
bordes en gotas
deforme
línea recta
desciende
reaccionaria
a la base
y
las llamas siguen
oscilando
y arriba
mano
maniobra
prepara
receta
en
la cuchara el bi
carbón
ato con agua
crepita
une y separa
moléculas
químicas
y
la cuchara se mueve
vacila
en la mano al ritmo
de
la combustión unas
gotas
caen encima
el
olor en la nariz
después
los pulmones
derivado
de petróleo
torrente
sanguíneo
todavía
sueño con el sabor
a
manzana caramelizada
con
esencia de vainilla
y
el sonido al darle
click
al fuego
chisporroteante
crack
crack crack
por
diez minutos
como
el derretirse
y otra vez
volver
al sueño del vuelo
con
espasmos musculares
frazadas
de cortina
y
arcadas para desayunar
Ilustración: Laura Saskor
así
cuando
después de dos latas Stella
en
promo con la tarjeta del súper
Alveár
acá cerca de casa y también
capaz
casi entero un porro que pegué
seguro
hoy hace un rato con el loco
estilo
buena onda casi en esquina
Ituzaingó
la puerta y ahí nomás así
casi
esquina estoy de la nada
en
Córdoba la entrada de casa
no
me explico capaz la palabra
casa
pegada en algún rincón
con
cinta de papel de cigarrillo así
porque
si viví en Córdoba capital y sí
a
veces como ahora veo en las letras
los
sonidos acentuarse
y
aparece la esquina de mi casa
sí
viví ahí casi dos años no pude
cumplir
las cosas quedaron
en
el mismo número el ciento
noventa
y seis de Rondeau casi
esquina
Ituzaingó y no entiendo
no
me explico por qué veo
después
de dos Stella y un porro
esa
esquina casi desierta a la hora
que
no se sabe y se sabe
tarde
para ser temprano y temprano
para
ser tarde las ventanas abiertas
mediados
de enero sexto piso me puse
la
solerita elasticlavícula con la cinta fina
blanca
bien debajo de las tetas que ato
ahí
se abre la tela tajo si hay viento
se
me ve la panza y no me importa
veo
la escuela siempre en diagonal
los
semáforos intermitentemente
y
no sé por qué vuelve
la
primera vez que salí sola
fui
hasta esquina Ituzaingó
Wachitas
queda ahí capaz la misma
distancia
de mi casa a la esquina
que ya sé y no sé
por
qué vuelve cuando tomo
cerveza
y fumo como hice ese día
en
el bar casa antigua escaleras de mármol
jarras
plásticas las quilmes en promo
los
Redondos de fondo pido un tema
y
lo ponen tengo la solerita roja
diecinueve
años recién cumplidos
y
tomo birra sola
no
sabía que iba a conocer gente
ese
día en el bar casa antigua
ahí
nomás de casa cerca de la esquina
Ituzaingó
no sabía en ese momento
la
importancia de los escalones
de
las casas antiguas casi esquina
cómo
iba a saber de Pablo
La
Pampa de dónde él venía
que
el yefri se cocina en cuchara
igual
fumé no sabía que Pablo
sabía
ofrecer cualquier cosa
siempre
algo tenía no supe
esa
noche iba a quedar
pegada
en un vértice vórtice
tampoco
supe la primera noche
santafecina
también mediados de enero
sentada
escalón casa antigua
que
si camino esta otra capital
casi
una cuadra hacia el norte
dos
años después llego
hasta
el bar de casi esquina
Ituzaingó
de la que sí se sabe
y
no se sabe por qué vuelve
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