¿Qué hacemos?

lunes, 13 de julio de 2020

Poetizar lo cotidiano



Lautaro Maidana es un escritor entrerriano, y casi todos los títulos de los poemas compartidos tienen una relación directa con la naturaleza. Cuando Saer escribe el prólogo de Filtraciones de Hugo Gola menciona: “La fidelidad a la forma, si bien obliga a descartar pacientemente todo lo que no armoniza con ella no es una manera de protegerse del mundo exterior,  sino de poetizarlo con mayor exactitud” Aquí encontramos un punto de comparación para analizar la construcción estética de Maidana. Lo que el “yo” poético consigue con la mención de los objetos de la realidad no es más que una ilusión de realidad.  Si pensamos en el extrañamiento, podríamos pensar que, naturalmente, es lo primero que el artista persigue, sin embargo es ingarantizable. Por otro lado, la ilusión de realidad se desvanece y se encrudece cuando el artista extraña los elementos reales: La no idealización de la naturaleza es un elemento indispensable para construir su estética “Avanza la enredadera sobre la casa de mi madre,/ trae con ella todo tipos de alimañas e insectos” La no idealización tampoco quiere decir demonización. Oportunamente hace de la naturaleza lo incontenible “Cuela sus raíces entre las grietas gastadas” y, es quizá la mayor prueba de la realidad que circunda su poesía.
Podríamos pensar, también,  en la protesta que lo circula por ejemplo en las plantas que asoman en “La chatarra acumulada”. Lo que hacemos con la naturaleza es cosa nuestra dice el “yo” poético, a la vez que reverbera la naturaleza incontenible que ya mencionamos:  organizan la ciudad /de los objetos residuales”. No pretendemos encontrar en su arte tintes didácticos, pero es innegable la expresión de una realidad consumada en las relaciones humanas, que se hace eco en el desprecio por la vida silvestre.
Si pensamos en la forma que, previamente mencionamos, encontramos en los escritos una respiración propia. Los versos son dispares (en su mayoría) pero pareciera coincidir la lectura con la capacidad pulmonar de quien lee. El trabajo de forma, a nuestro modo de ver, no necesariamente implica la estilización desmedida, sino también una respiración del texto, la fluidez, el extrañamiento. “La rata quiere jugar” o “Las plantas crecen desprevenidas” son versos que referencian formas cuidadas, son versos que referencian una construcción estética.

Las ilustraciones de Natalí Cillario tienen una profunda raíz contemplativa a la que llega a través de trazos suaves que le permiten a la autora, justamente, enraizarse, contemplar, habitar nuevos espacios. Ella misma menciona una pregunta que descubre bastante las cargas significativas de su obra: ¿Qué esperamos para latir juntxs? Ambas ilustraciones tienen una raigambre que se acerca bastante hacia lo que son las filosofías del decrecimiento. Por ese motivo, realizamos la conjunción de estos artistas que parecieran pisar el mundo de manera similar.


Lautaro Maidana (Paraná, 1994) es comunicador y tallerista en la Asociación Civil Barriletes. Asimismo es docente y escribe en el taller "Toda persona es poeta".


Natañí Cillario (Humberto Primo, 1992) es Profesora de Artes visuales, Artista visual especializada en grabado. Egresada del ISPN2 Joaquín V. González. 



La enredadera

Avanza la enredadera sobre la casa de mi madre,
trae con ella todo tipo de alimañas e insectos,
cuela sus raíces entre las grietas gastadas.
La casa donde aprendimos a jugar y a conversar
hoy convive con nuevos huéspedes
que transforman lo que creíamos solamente nuestro.
La miro y pienso cuánto tiempo llevará desmalezarla.
Pero ya no hay vuelta atrás; la casa no nos pertenece.
Es silvestremente ajena.





Ilustración: Natalí Cillario

El baldío

La chatarra acumulada
refleja la luz de la tarde.
Hay fierros, maderas,
cables y caños de PVC.
Algunas plantas se asoman
y crecen desprevenidas.
Entre los trastos y las ramas
que conservan la humedad,
una comunidad de insectos
se establece.
Escarabajos, bichos bolita,
pulgas y arañas,
a la sombra de un helecho,
organizan la ciudad
de los objetos residuales.



Ilustración: Natalí Cillario


Los siguientes poemas fueron publicados por Lautaro en revistacharco.com.ar
La rata
La rata mira desde el tapial
La rata y sus ojos profundos
La rata con equilibrio de circo
La rata entrevera las cosas
La rata y sus ganas de jugar
La rata se acaricia las manos
La rata entra por las cañerías
La rata y su escurridizo cuero
La rata roe la pared
La rata adivina las trampas
La rata y su pariente el carpincho
La rata conquista el planeta
La rata y su inteligencia aguda
La rata sobrevive al tiempo
La rata de genes mutantes
La rata te eriza la piel
La rata duerme conmigo

El gusano
Hasta el gusano más torpe
raramente se rinde;
se esfuerza con cada
sección de su cuerpo
para salvarse de los peligros
de la dulce tierra.
Por desgracia, yo,
un ser evolucionado,
no me comporto así.
Me gustaría tener
la perseverancia del gusano
cuando estoy en el gimnasio
y mi entrenador me pide
que entre en modo bestia
para hacer el circuito
de cien push ups en el suelo,
cien más en la barra media
y otras más en las paralelas.
Siento que no aguanto
mi propio cuerpo.
O tal vez sea él
quien no me soporta.
En ese momento
quisiera no rendirme,
ser como el gusano,
llegar a un level up,
transformarme en mariposa
o en super sayayin
para que nuevos poderes
me sostengan
por un poco más de tiempo.

La ballena
Soy blanca con la aurora,
azul al mediodía,
y negra con la noche.
Mi barrio es el océano.
Mi canto compite
con el de las sirenas
en belleza.
Mis aceites han cotizado
mucho más que el petróleo.
Y mi enorme proporción
interrumpe el horizonte.
Entonces el mar
ya no es infinito
para quienes se han
acercado a sus playas
a observar cómo retozamos
con mis compañeras.
Somos muchas
y nos hemos reunido
no para defendernos
de los cazadores
sino para amarnos
en esta ópera
que los convierte
en voyeures indiscretos.

La tostada
La imagen que creés ver en la tostada
no es un signo de realismo mágico.
Solo dice que la miga se quemó de más
pero vos igual la untaste y la comiste
porque no tenés otra cosa,
y porque también te encanta
el sabor a pan quemado
que te recuerda a tu abuela,
a tu mamá, y al primer desayuno
que compartiste con alguien
que no era de tu familia.
Ese encuentro te enseñó
que nadie es igual a nadie
adentro de una casa
y que lo más lindo es compartir,
aunque más no sea,
unas rodajas secas
de pan con mermelada
sin que eso signifique algo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario