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lunes, 6 de julio de 2020

Hijes de los 90'

Los poemas de Chana (María Rosa Bertolami) son textos donde podemos encontrar muchas posibilidades. Cuando leemos un texto, cualquiera fuese su esencia, estamos leyendo la mirada de la persona que lo está viendo, entonces, si nos encontramos frente a textos tan desgarradoramente cotidianos, lo que estamos leyendo no es más que un modo de leer la realidad. Ahora bien, si pensamos en realidades, en plural, lo que estamos leyendo es un recorte realizado por determinada persona por diversas razones y las razones que encuentro en los poemas de Chana son razones estéticas. Cuando al escritor Walter Lezcano le preguntaron en una entrevista para la revista De inconscientes "¿Le parece que existe relación entre la literatura y el psicoanálisis?" contestó  "Totalmente. También existe relación entre la literatura y la albañilería"
Sin dudas, que construir una estética de lo cotidiano es complejo por el simple hecho de conjugar la idea de arte (lo que se piensa que es el arte) con lo que el arte mismo es. Nosotros, hijos de los 90', hijos del 2001, hijos del 2014, hijos de trabajadores, seguramente tengamos búsquedas artísticas que tiendan a la experiencia, porque así como en otros tiempos se buscaron alternativas a la razón, ahora también lo hacemos porque ya no creemos en las instituciones tal como se nos presentaron.
El "yo" poético comienza el poema No se banca más "Dios se lanza a si mismo" y uno, como lector, queda paralizado. A esa imagen la hemos visto, pero no importa lo que hemos visto, sino más bien cómo lo vimos. Chana realiza una crónica poética de imágenes cotidianas, una crónica con el fin preciso del extrañamiento.
Por otro lado en el poema "Lo único real es la chancha", nuevamente, el "yo" poético se sostiene con la realidad que conoce, pero también esa imagen es atravesada por lo que la autora siente en relación a lo que ve. "Tal vez el chancho, después de todo,/ si sea nuestro dios" pareciera ver a través del bolígrafo, con sus palabras cercanas y amigables en tanto son parte de un texto sencillo de entender, pero en el cual lo importante no son las palabras, sino más bien, qué es lo que la autora dice. Un lenguaje que subyace del propio lenguaje, en el que lo que importa es la experiencia de la aventura post-texto.

Por otro lado, las ilustraciones que aquí les compartimos son una construcción de Oriana Acosta, de la provincia de Santa Fe. Su arte: entre el collage y el montaje. Cada una de sus imágenes son textos en sí mismos, por lo que tenemos una historia en cada ilustración. El óleo pastel, los recortes, unidos por las tramas y las tintas resultan de una herramienta fundamental para la ilustradora. Los rostros caricaturescos están profundamente cargados de sentido, juega con la volatilidad de la obra. Los ojos, las terminaciones, los absurdos chocan en esas historias que nos narra a partir de la expresión visual.

María Rosa Bertolami. Lectora, escritora nivel aprendiz, más aprendiz que escritora. Trabajadora monotribustista, Acompañante terapéutico, tesista de la Licenciatura en Psicología. En 2019 fui una de las cinco organizadoras del “EmbrujArte” evento cultural, compartí textos en el marco de la Exposición de Textos y Fotografías “EmbrujArte, Edición I y II”. Desde el año 2019 asisto al Taller de Poesía coordinado por Rocío Lanfranco llamado “Toda Persona es Poeta”. En 2020 se publicaron algunos de mis textos en la Revista Barriletes (Febrero, N° 221) y en el “Cuaderno de Notas” confeccionado por Proyecto Río Mío.

Oriana Acosta (2001) Santa Fe. Artista ilustradora, finalizó sus estudios secundarios en la escuela de arte Juan Mantovani donde realizó diversas exposiciones. Tiene una exposición pendiente en el MADE cuando se retomen las actividades. Se pueden seguir sus construcciones artísticas en instagram @calipsa.moi_


No se banca más

Dios se lanza a sí mismo, dijo
y frenó en seco una bola de fuego
que caería sin remedio
sobre él
los chanchos despellejados,
las vacas que vuelan,
millonarios aburridos,
tesistas y monotributistas,
animales de todos los gallineros, todos
todas y todes
quieren tirarse a la pileta
pero en la pileta, señora
no hay agua suficiente
No se banca más,
mientras no se corte la luz
el venti seguirá adormeciendo
y los hielos estarán listos pal tereré
es difícil ponerse en el lugar del otro,
es difícil medir el sopor que nos atraviesa.
Me deja tranquila creer que no soy de aquí
que no les pertenezco,
me descanso en la idea de que pronto va a llover.
No se banca más,
no se banca más.



Ilustración: Oriana Acosta

Lo único real es la chancha

Un chancho se pasea por las calles

no un cerdo,
ni un Pig,
ni una Peppa.

Un omnívoro con la cualidad de convertir
lo que come en proteínas,
todo lo que pasa por él se transforma
en algo mejor.

La chancha debiera ser nuestra diosa,
símbolo de la transmutación,
de los orgasmos eternos,
el cuerpo y la sangre con la cual
alimentarnos.

Pero es finalmente la víctima,
el payaso,
lo que se cría en el chiquero,
lo que se engorda como sea,
lo que se acuchilla y deja desangrar,
es el chillido que nunca se olvida.

El chancho es la basura
en el basurero donde buscamos comida,
son las palomas que despintan autos
con su caca,
es una imagen comprimida de la relación
entre amo y esclavo,
una imagen que subimos a las redes
y pisoteamos burlones
hasta el infinito.

Tal vez el chancho, después de todo,
si sea nuestro dios.


Ilustración: Acosta Oriana

(Sin titulo)


Se prende fuego una punta

basta a penas un borde
en rojo se despierta, para la oreja
presta atención
se distribuye según el viento
en llama roja que desciende
lenta
que no espera
que invade sin permiso
con esa violencia de lo intenso
y lo volátil
con ese peso que no se nombra.


Doméstica

Leudo en el trajín de la marcha
deshilacho
espumo.
Me cocino en una essen ajena
quemo el paladar del señor
y la lengua de la señora.
Al vino de mesa me lo tomo
un vasito en cada comida.
las manos no son suaves,
son útiles
y la lavandina mezclada con detergente
produce un vapor,
que intoxica de raíz todos los sueños.




Ilustración: Oriana Acosta



El olvido es tierra fértil
Lloré tanto que el verano
convirtió mis lágrima en chicharras
todas ellas me cantaron tu nombre
no me dejaron dormir la siesta
y el sopor
el sopor fue insoportable
Ahora te pienso
pero no te extraño y
en la cabeza se me abrió un hueco
se rajó un día de puro pensarte y
salió todo hermoso un cardo
con sus espinas
su perfume
con esa cualidad de intocable
como creciendo al lado de cualquier camino
me partió el cráneo y creció
Lo llevo conmigo
la gente lo mira y lo huele
pero a mí, ni siquiera
me hace sombra.


La lluvia siempre se nos adelanta
Salí de la cama
puse el agua
preparé en un plato
una manzana, galleta y queso
todo en rodajas
gajos
vertientes
la yerba inclinada ya recibió
tres chorros de agua que
no alcanzó a hervir pero
como no me convencen
los finales felices digo
que me despertó la tormenta
un sobresalto
la casa ya se inundó una vez

un suspiro
olor a yerba
a tierra de patio
manzana con queso
ayer abracé a alguien que
tenía el perfume que dejas olvidado en la almohada
pero no
la lluvia siempre se nos adelanta.





Una calandria no iría a cualquier lugar
La filogénesis se encarga
de llevarme al nido
al árbol
a la comida exacta.

Me fundo con el aire
muevo las alas de forma segura, me poso
picoteo y canto
picoteo vuelo
picoteo y cortejo
armo un nido así nomas
del mismo color de mis plumas
del color de la tierra.

Entonces, aún siendo calandria
no iría a tu ventana
no te anunciaría nada
porque no me creerías
porque igual no podrías verme
por eso me transformo
en un pájaro
en un nido
en alimento
me transformo en un ser
que no extraña la jaula.




Desparramarse

Qué es abandonar un espacio

hacerse a un costado,
decir "hasta acá",
un ser
         al costado
                       ¿de qué?

No compartimos la baldosa,
no podemos centrohabitar el mismo punto,
entonces me corro,
voy a buscar lo mío,
esa burbuja donde me tengo
aunque no me tenga,
donde nunca te tengo.

Qué es irse de un lugar sin huir,
sin darse por derrotado.
Qué es pensar en un lugar propio
sin pensar en la propiedad,
en una cocina,
en una cama,
en un techo.

Qué es pensar la soledad
sin ese dolor interminable,
intransformable,
que seca los pozos más profundos.

Qué es ese explorar interminable que lleva de metáfora en metáfora,
de la metáfora a la metonimia
donde me corro otra vez
y otra vez,
porque la cosa,
la cosa, nunca está.

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