La poesía existe en todos, y más allá de todos los lenguajes. Mientras leía los poemas que, muy amablemente, nos compartió Washington, pensaba en todas las imágenes que encontramos perdidas en los recovecos de sus versos. Imágenes cargadas del sentido que únicamente se obtiene a través de la contemplación. Una poesía de la imagen, en la que la imagen queda en un segundo plano condescendiendo así a las propias sensaciones que acarrean. Resulta interesante, pensar a la imagen como una suerte de transbordador que refleja la propia subjetividad en el papel que se lee."Personas y raíces/ se parecen/ en estos lados". La mirada del "yo" poético desestructura la forma de ver las cosas que fueron asumidas bajo un único sentido posible, bajo un único sentido común, pero sobre todo invita a lanzarse desprotegido a otras formas de sentir. Le poeta se pierde en la mirada primogénita de la poesía que no es más que una mirada del mundo, que no es menos que una lucha contra la descotidianización de la vida.
Las ilustraciones de Elisa posibilitan una lectura inalcanzable, una lectura infinita, una lectura incapaz de ser sumida bajo un sentido banal. Esta modalidad bajo la cual se constituye su arte, acude al ojo observador para finalizar, de alguna manera, la obra. Por otro lado, la amalgama de colores elegidos son perfectamente capaces de transmitir la precariedad de la tierra que se pisa. Sin dudas, la autora da una gran relevancia al relieve que encrudece el arte que a simple vista pareciera respirar en el ojo que lo mira.
Washington Atencio (Entre Ríos, 1986) es profesor de Lengua y Literatura. Reside en Paraná y da clases en los niveles secundario, terciario y universitario. En 2019 publicó Una hoguera de jazmines (Camalote) y fue parte de la colección Tres Poemas (Ediciones Arroyo). Algunos de sus textos han recibido premios y menciones. Gestiona la librería Jacarandá y coorganiza el ciclo de poesía Río Abajo. En febrero de 2020 publicó Nuestra sombra volcada en el río (Agua Viva).
Elisa Lahitte Eberbach. (Tostado Sta Fe 1992). Vive en Buenos Aires. Estudia en la Universidad Nacional de las Artes la Licenciatura en artes visuales. Se ha desempeñado en montajes de obras de Arte y visitas guiadas en el Centro de Arte Contemporáneo La Casona de los Olivera. (Buenos Aires) Participó en la Exposición colectiva “Paseo Nocturno” en el Edificio principal del Jardín Botánico Carlos Thays. (Buenos Aires-2017) y en la Muestra institucional de la Casona de los Olivera, con alumnos de la cátedra Fernicola, de Dibujo de la UNA (2019). Expuso en la muestra Sustancia del Ciclo Vivarium de Ether Arts Project y la Huella Botánica (Buenos Aires - diciembre 2019) Es encuadernadora y tiene un emprendimiento propio de producción y venta de cuadernos personalizados
Maíz
Mi madre atraviesa invisible el alambrado
y se pierde en el maizal.
No lleva un vestido vaporoso
tampoco sombrero.
El sol no la daña.
Personas y raíces
se parecen
en estos lados.
Inclina su cara
huele el maíz
lo elige para nosotros.
Comemos de su mano
los granos
como pájaros.
Ilustración: Elisa Lahitte Eberbach
Alambre de púas
El aromito florece
cerca del alambrado.
El aire que desprende
se espuma en amarillos.
Canto desde la espiga
y el hambre palpita
en copos de azúcar dorada.
Pero es espinillo
y mi mirada se afila
en agujas que se tensan al sol.
Abandono el plumaje
y mi canto se apaga en tu nombre.
Cada tarde
elijo la rama más filosa
para estrellarme.
(De Una hoguera de jazmines, Camalote, 2019)
Anidar
Tu respiración empieza
en la punta de mis dedos.
Inicio un viaje por tus vértebras,
ruta ondulada bajo mis yemas.
El sol se siembra en tu espalda,
campo a la tardecita
donde quiero germinar.
Deseo ser esqueleto, sostenerte
en pie frente al derrumbe
pero soy piel
carne
tendón apenas.
Tu cabeza se inclina hacia atrás
como buscando.
Cabe en el hueco de mi mano.
Ilustración: Elisa Lahitte Eberbach
Nuestra sombra volcada en el río
Abro bocas
rompo el aire con la lengua
lanzo todas las chispitas.
Él me mira
me contiene con los ojos.
Cruza el río
a lo lejos un caballo.
La llanura lo verdea.
En la tarde busco el cielo
lo acaricio
lo revuelco
me deshago.
Agua estalla en la laguna
otro mar nos da respiro
otro río me atraviesa.
Terrario
Arreglás el jardín y te miro.
La naranja es un sol
a la siesta, relámpago cítrico
estallido en mi lengua.
Mis manos
vuelven al niño
que busca semillas,
porotos, granos de maíz.
Resultaba fácil
la tarea de naturales
viviendo tan cerca del suelo.
El campo fue mi germinador.
Bebimos la luz con fauces abiertas
nombramos el cielo y el agua,
quisimos brotar.
En tus manos
llenas de tierra
escupo una semilla
y espero.
Galope ciego
Entierro todas las miradas
semilla por semilla
para que puedas nacer.
Vengo del calor
pero aprendí a desconfiar
de la calma.
El frío
otra palabra.
El mar
lengua que se arrastra.
Con la boca sumergida en tierra
gritás trigo, cuchillo, fogata.
Latido seco
voz que se anuda
en tu camisa.
Agarrado a las crines de un recuerdo
beso párpado y horizonte.
Te sueño como se aguarda la lluvia.
(De Nuestra sombra volcada en el río, Aguaviva, 2020)
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